En la costa sur de la isla de Ré, Sainte-Marie-de-Ré se revela entre la tierra y el océano. Rodeado de viñedos, este auténtico pueblo de múltiples caras ofrece a sus visitantes un soplo de aire fresco en el corazón de un pequeño rincón del paraíso.
Los orígenes de Sainte-Marie-de-Ré se remontan a mucho tiempo atrás: es una de las ciudades más antiguas de la isla, ya que su construcción se remonta a la época medieval. Esta estación verde, especialmente popular entre las familias y los amantes de la naturaleza, seduce por su carácter y su entorno. Es imposible no enamorarse de su pequeño pueblo, típico de la arquitectura de Rete, tachonado de hermosas casas blancas con contraventanas y balcones llenos de flores. Caminar por sus estrechas calles es casi una garantía para evitar las multitudes. Menos conocida que sus vecinas, Sainte-Marie-de-Ré es sin embargo única por sus maravillosos paisajes y su innegable encanto. Si hay un punto de vista que sin duda le ofrecerá hermosas panorámicas, es sin duda la torre de la iglesia: desde lo alto de sus 47 metros, y tras subir sus 91 estrechos escalones, podrá contemplar unas vistas incomparables de Sainte-Marie-de-Ré, pero también de sus viñedos, sus esclusas de pescado, sus campos, sin olvidar las islas vecinas de Aix, Fort Boyard y Oléron. Tenga cuidado con sus oídos si se encuentra en el campanario a la hora del Ángelus a las 19:00 horas, podría escuchar las campanas sonando realmente... ¡muy cerca! Una vez que haya bajado del edificio, tómese el tiempo de perderse por las callejuelas de piedras secas típicas de la isla, antes de descubrir uno de los mayores activos de Sainte-Marie: su rico patrimonio vinícola. No hay que ir muy lejos para encontrar los viñedos, en apenas unos pedaleos se puede llegar a las 650 hectáreas de viñas de la isla, que producen vinos tintos, blancos, rosados y coñac para deleite de los entendidos. Un arte casi ancestral, ya que se dice que los viñedos de la isla de Ré tienen más de 600 años.
Además de sus cualidades vitivinícolas, Sainte-Marie-de-Ré cuenta con numerosos oficios ligados a su situación junto al mar, como la pesca. Mientras que hace cien años todavía había 140 esclusas para peces, hoy sólo quedan 14 en la isla, 8 de ellas en Sainte-Marie. Estas esclusas en forma de "U" se utilizaban para retener a los peces y, por tanto, favorecían la pesca a pie. No podrá pescar allí porque el lugar está protegido, pero no obstante merece la pena visitarlo y puede descubrirlo durante las visitas guiadas.
Por último, súbase a la bicicleta para pasear por el Sentier des 5 Paysages y llegar a las playas, el principal activo de Sainte-Marie-de-Ré: la playa de Grenettes y la de Montamer son sin duda las más populares. Si el primero es un lugar conocido para practicar el surf, también se puede hacer bodyboard, navegar o incluso pescar con la marea baja. El segundo hará las delicias de las familias: situado cerca del parque Montamer, ofrece espléndidas vistas de la vecina isla de Oléron.