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Tierra de viñedos y gastronomía, Borgoña tiene muchos otros tesoros. Entre ciudades majestuosas, castillos, abadías romanas, lugares galos, ríos, lagos y canales, sus vacaciones serán de diversidad y descubrimiento.
Ciudades de arte e historia o pequeñas ciudades de carácter, las ciudades de Borgoña le invitan a descubrir su magnífico patrimonio. En Dijon, pasee por el conservado centro de la ciudad y tómese su tiempo para visitar el Palacio de los Duques de Borgoña, la Catedral de Saint-Bénigne, la Torre Jacquemart y los numerosos museos. En Auxerre, déjese hechizar por las numerosas casas medievales, el pasaje cubierto de Manifacier, el palacio episcopal y la catedral de Saint-Etienne, un soberbio edificio gótico. A continuación, vaya a Nevers (catedral con dos chevets, abadía de Saint-Martin, palacio ducal, etc.), a Mâcon (catedral de Saint-Vincent, hotel Senecé, conventos de los Cordeliers y de las Ursulinas, etc.), sin olvidar desviarse hacia Beaune (Hôtel-Dieu, colegiata, etc.) y Sens (catedral, palacio sinodal, etc.).
A continuación, recorra las numerosas rutas del vino para apreciar la diversidad de los terruños de Borgoña. Entre Chablis, Côte de Nuits, Côte de Beaune o Beaujolais, le conquistarán rápidamente. Por el camino, haga algunas paradas en algunos de los lugares más históricos. Visite los numerosos yacimientos arqueológicos que rememoran la epopeya de los galos, en Bibracte, Alesia o Autun. También podrá admirar las magníficas abadías románicas que se construyeron entre los siglos X y XII y que hoy siguen siendo los principales centros culturales de la región: Cluny, Citeaux... Pero también podrá descubrir magníficos castillos como los de Bazoches-en-Morvan, Cormatin, Flée o la famosa fortaleza de Guédelon en Treigny.
Con su entorno montañoso y verde, Borgoña también ofrece un escenario ideal para recargar las pilas y ponerse en movimiento. A pie, aproveche los 6.000 kilómetros de senderos señalizados para disfrutar de los bellos paisajes del macizo del Morvan o de las orillas del Loira. En bicicleta, recorra la ruta del Tour de Bourgogne, un bucle ciclista de 800 kilómetros, o la ruta de Charles le Téméraire. Pero hay muchas otras actividades, como montar a caballo, escalar, practicar espeleología, rafting y refrescarse en los numerosos lagos y ríos con deportes acuáticos. Después de un día ajetreado, regálese una pausa gastronómica y pruebe todos los sabores locales: caracoles, gougères, bœuf bourguignon, aves de corral de Bresse, epoisses, ratafia...
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